Lo que no es un padre

Golden Tears de Gustav Klimt.

Golden Tears de Gustav Klimt. Fuente: www.google.com

Cuando pienso en mi infancia no caigo en situaciones que normalicé porque eran parte de mi día a día y tuve que interiorizar. Ahora, con unos cuantos años de perspectiva, me doy cuenta de lo que una niña de 6 años no debería haber padecido.

De entrada, el divorcio de una madre embarazada no pinta bien. Pero con la conciencia de que una hija va a nacer, el uso del raciocinio y el corazón de dos adultos debería ser suficiente para que el peso de una relación malograda no decayera sobre la niña. A los 3 años viví el primer indicio de lo que iba a ser mi vida durante los siguientes 12, con solo uno de mis progenitores. Nombrarle “padre” sería muy pretencioso, pues solo se adecúa a la primera definición de la Real Academia Española: “Varón o animal macho que ha engendrado a otro ser de su misma especie”. La segunda, a pesar de mis necesidades biológicas como hija, no la quiso aplicar: “Varón que ejerce las funciones de padre”.

Recuerdo estar rodeada de todo el vecindario. De llorar y gritar. De estar en el aire. Recuerdo a mi madre tirándome hacia ella por los brazos. Recuerdo a mi otro progenitor tirándome hacia él de las piernas. De repente estoy en los brazos de Belén, amiga querida de la familia, y ella corre. Después estoy sentada en casa de mis abuelos y recuerdo ver a mi madre con el dedo hinchado. Yo no tenía 30 años, tenía 3.

Estuve 3 años sin contacto con mi progenitor. El juez dictaminó que a los 6 años él tenía que retomar la relación. ¿Que por qué “tenía” y no “teníamos”? Hubo uno que no puso de su parte y tal imposición la agravó sin concesiones. También tengo recuerdos de ese primer día, de las horas que estuve llorando. De la ventanilla del coche empañada de tanto sollozo. También recuerdo una imagen anecdótica: las palmeras del Nus de la Trinitat. Tampoco eran 30 años los que tenía sino 6.

Caspa nerviosa. Ese es otro concepto que hice mío, que normalicé. Ahora sé que la caspa que yo tenía no era una caspa habitual en una niña pequeña. Era una caspa nerviosa, uno de los principales síntomas del stress. ¿Por qué viví situaciones de stress? Durante 8 años, de los 6 a los 14, me dibujé un calendario mental en la cabeza. La custodia que el juez estableció consistía en estar con mi progenitor fines de semanas alternos cada 15 días. De año en año la custodia se iba ampliando: dormir los sábados, vacaciones de Navidad y de verano, un día a la semana para recogerme en el colegio. Pues bien, siempre he sabido en qué día de la semana vivía porque conscientemente contaba los días e incluso las horas que me quedaban para ver a mi progenitor. El cuerpo lo somatizó regalándome durante años una caspa pegajosa que mi abuela y mi madre me quitaban a conciencia con un peine de púas. Los sarpullidos que me salían en la piel el día antes de ir con mi progenitor también estaban relacionados con el stress que ello me suponía.

De los 6 años hasta los 14 me convertí en una psicópata de recuerdos. Me defino así porque el concepto va más allá de tener una buena memoria. Aún hoy recuerdo detalles, olores, sabores, imágenes, ruidos y conversaciones que relaciono directamente con esa parte de la custodia. Hubo un antes y después a mis 9 años cuando a mi “no quiero venir contigo” recibí un “tú tranquila que a los 14 años ya podrás decidir”. Obviamente, mi calendario mental ya estaba programado para tal fecha y cada año de cumpleaños era un logro hacia el paso de no verle nunca más. Por no hablar del deseo que pedía cada vez que soplaba las velas, siempre el mismo, el de no ir con él. Sin embargo, hoy por hoy me pregunto: ¿Qué clase de padre que ama a su hija  incondicionalmente le ofrece esa posibilidad? Me resulta inverosímil.

Sobre su nula participación en mi educación, no solo escolar sino también emocional, van los siguientes dos párrafos y con detalle, por profundizar en la psicópata de recuerdos en la que me he convertido. Hasta sexto de primaria las actividades extraescolares que hacía eran varias: guitarra, matemáticas, inglés y alemán. A los 11 años compartía clase con alumnos de 16 años en la academia de inglés a la que iba. Mi nivel de inglés era alto. Fue entonces cuando mi madre decidió darme el mejor legado que consideró, cambiarme a un colegio inglés. Muy privado y muy caro. La respuesta del progenitor ante la propuesta de mi madre fue: “No es necesario llevar a la niña a un colegio tan caro”. Lo dijo en una cafetería de Badalona alineando sin parar una cucharilla y un azucarillo. Por ende, decidió no contribuir económicamente a mi educación. Sin embargo, entre sus amigos muchas veces salía el tema de todos los idiomas que estaba estudiando su hija (alemán, inglés y francés) y el colegio al que iba. Nunca mencionó nada de su no beligerancia. Me resulta patético agradecer a un banco el crédito que le concedió a mi madre y que junto a mi abuelo acabaron de pagar años después de graduarme en la universidad. La universidad pagada y el colegio no.

La educación emocional fue un desastre por su parte. Lo único que hubo fueron inexistentes esfuerzos por ponerse en mi situación y escuchar mis necesidades como hija. Todo lo demás, que si la madre y la familia de la madre me ponían en su contra, fueron excusas para justificar y tapar todo lo que no hacía. Hablamos de amar, escuchar y entender, no de sobresfuerzos inalcanzables. Recordemos que el amor de un hijo a un progenitor no viene impuesto por el hecho de que genéticamente haya coincidencias. Resulta que son los padres quienes tienen que ganarse el amor de sus hijos, esforzarse por entenderlos y alimentar su serenidad y felicidad. Por muchos errores que un padre pueda cometer, siempre que se hayan hecho con amor, un hijo los perdonará y los olvidará. Mi situación y los años me han demostrado que el tiempo dictaminado por un juez es inútil si el que tiene la responsabilidad de criar a una hija no pone de su parte. Sobre todo cuando el único móvil para ver a su hija era el de hacer daño a su ex pareja.

Corroboro, también, la no beligerancia de uno de mis progenitores en mi educación universitaria.

Sí hubo participación, sin embargo, para cobrar la venta de un piso cuya mitad estaba a nombre de él. Lo curioso es que durante 24 años de vida no apareció para participar en otras mitades: mitad de las plantillas de pies que llevé durante 12 años, mitad de los aparatos que me recolocaron los dientes, mitad de clases de alemán, inglés, guitarra, flamenco y ballet, mitad de caprichos, mitad de un colegio que me permitió trabajar como profesora de inglés durante 3 años, mitad de una tasa universitaria que iba in crescendo cada año, mitad de un Posgrado que no pudo ser Máster precisamente por su precio y, lo esencial, mitad del cariño y amor incondicionales que he recibido de mi madre y toda mi familia Pouso. La realidad es que si su basura emocional se hubiera convertido en al menos una décima parte del amor que recibo de mi madre, mi infancia hubiera sido más sencilla o, por lo menos, más serena, y me hubiera evitado arrastrar una losa en la conciencia y la obsesión por que nadie parecido a él forme parte de mi vida.

Los niños no mienten y si lo intentan, les delata cualquier gesto, cualquier contradicción o cualquier mirada. Este texto lo ha escrito el corazón de una niña de 6 años con las palabras de una mujer de 30.

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6 comentarios

  1. Tomas

    Margarita, que está reflexión, sirva de epitafio al dolor de tener ese progenitor y solo céntrate en reflexionar sobre tu futura vida sin esa mochila
    Te quiero sobrina

  2. Minerva

    Margarita mi amor, que estas palabras que has escrito sirvan de catarsis para limpiar tu corazón y tú alma de ese dolor tan grande que produjo en ti ese mal llamado padre.
    Te quiero sobrina mía.

  3. Tú tio

    Crecer tan deprisa es como llegar al sitio que tenías pensado ir sin disfrutar del viaje, un viaje en el que el billete que pagamos es la propia vida, pero tiene alguna ventaja, la madurez, que incluye la introspección; la lucidez, que nos permite conocer las capas de la realidad que atravesamos y la compasión, que a diferencia de la empatía nunca se desactiva
    Creciste muy deprisa pero te amamos muy despacio, extiendes tus alas y desafías las alturas pero en tu nido te aguarda todo el amor para que no notes tu ausencia
    No podemos evitar que te duelan tus cicatrices, pero nunca vamos a dejar de quererte

  4. Leticia Pouso

    Qué triste y qué bonito saber que la mitad de tu 50% contribuyó o contribuye a que seas esta mujer tan maravillosa.

  5. Mercè Benages

    Al leer estas líneas y hecho la mirada atrás en el tiempo, imágenes, situaciones y recuerdos de cuándo éramos niñas han cobrado sentido. Cómo hija de un padre alcoholico te diría que hasta que no fui madre no comprendí la importancia de sus actos, como mujer con traumas de abusos en la infancia te digo que a mis 30 sigo teniendo pesadillas, cómo madre, la cuál comete errores, me prometí proteger a mis hijos de situaciones que se asemejaran a las que yo viví. Mi ex marido me anuló durante 5 años, yo lo permití porque necesitaba sentirme amada para recomponer los pedazos que hombres importantes en mi infancia habían roto. He roto el ciclo y tú también, puedo decir que hace 27 años que te conozco, aunque nuestra relación no sea estrecha. He podido seguir tus pasos, ver la mujer maravillosa en la que te has convertido, siempre en busca de nuevas aventuras, altruista, inteligente y buena. Cada herida que el donante de esperma hizo a tu corazón tu has podido desinfectarla, desbridarla, coserla y aplicar láser a la cicatriz para que no deje marca! Eres la mujer que eres gracias a la familia que tienes, porqué aunque la genética diga el 50% es de tu madre, tu eres el 100% de POUSO. Has roto el ciclo y la podredumbre del corazón del donante de esperma morirá con él, porque si un día eres madre sabrás qué és lo que NO se tiene que hacer a pesar de las circunstancias. ¡¡NUNCA DEJES DE BRILLAR!!

  6. jesus

    Leerte, en esta ocasión, ha sido regresar a muchas conversaciones mantenidas con tú….”nuestra” Magui, tú madre. Ha sido ir leyendo la correlación de tus vivencias de la infancia y sentir que lo sé…..como quien ve una película y, a pesar de saber su desarrollo desde un inicio por medio de la persona que esta esperando la hagas abuela, desea que todas las escenas sean más llevaderas de lo que fueron en la realidad.
    Siempre cuando un ser querido se hace daño o le hacen daño nos sale del alma como único deseo el….”ya esta, ya esta”… suave, acogedor, protector inútil de aquello que ya paso sí… pero sufrió y desearíamos que no hubiera pasado. Lo he vivido sin vivirlo y he leído todo aquello que ya sabia…y sobre todo, como toda la gente que te quiere que somos muchos, he deseado que este desahogo te deje libre del todo….sencillamente porque tu madre, tu abuela, toda tu familia Pouso luchó por tu libertad personal y tú respondes día a día a ello. Mi mente me lleva a decirte al respecto: Bon vent i barca nova! Besos….Mini.

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