Del polen que quedó enganchado a las patas de la abeja
cuando el insecto fue a beber del néctar de la flor,
ya solo queda la azucena.
De la semilla que mi abuela plantó en el terreno de Vigo
cuando el hueso fue el despojo de un tentempié entre horas,
ya solo queda el níspero.
De la gota que irrigó raíces
cuando cayó de la hoja de un árbol caducifolio,
ya solo queda el almendro.
De la sonata número 5 en Fa Mayor que impregnó violines y pianos
cuando Beethoven ya padecía una creciente sordera,
ya solo queda la primavera.
Magui
Amor mio, estaba deseando que volvieras a escribir. Precioso.
Minerva
Margarita mi amor, que bonito!!! Se hace corto!!!