
Cerezo en flor. Fuente: www.ritapouso.com
Del polen que quedó enganchado a las patas de la abeja
cuando el insecto fue a beber del néctar de la flor,
ya solo queda la azucena.
De la semilla que mi abuela plantó en el terreno de Vigo
cuando el hueso fue el despojo de un tentempié entre horas,
ya solo queda el níspero.