Un soneto dedico al Errejón.
Por mucho que nos veas como objeto,
si decimos que no, quédate quieto,
feroz monstruo de tu contradicción.

Enalteciste la legislación
con tu voz disfrazada de intelecto.
Traicionaste, tenías un secreto.
El aspecto mutaste, camaleón. 

Tu bandera de paz, pura apariencia,
se deshizo en mentiras y falsía.
Tu canto es un veneno de violencia. 

Hoy tu máscara cae, gris y vacía,
y en la sombra se muestra tu arrogancia.
En tu discurso nadie ya confía.