“He vuelto a Siria porque en ese momento, en diciembre de 2012, empecé a madurar un cambio radical en mi vida. He rechazado la fotografía bajo comisión publicitaria. He vuelto a Siria sin que me hubiera mandado nadie para hacer aquello que sentía. He tenido la necesidad de vincularme a lo que hacía quince años atrás, a aquel pasado en el que todavía hacía las cosas en libertad”.

Cuando Michele Pero habla de conflicto armado, siempre se refiere a él con un particular concepto: teatro de guerra. Un concepto obtenido gracias a la perspectiva histórica que ahora tiene de su vida y que utiliza a lo largo de la entrevista para describir el escenario de sus años como fotoperiodista de guerra, sobre todo, en el conflicto de los Balcanes.

Quedamos en la antigua escuela de fotografía de la que Michele Pero fue director académico durante 11 años, TheDarkroom, hoy ubicada en la florentina Piazza Massimo d’Azeglio. Llueve en Florencia, aunque tímidamente para situarse en el epicentro del invierno. El timbre dorado de TheDarkroom está bajo el de la Scuola de Lingua Italiana y el local se emplaza en los bajos del edificio. Michele me recibe menos atareado que en Pisa aunque con el nervio que le caracteriza. El 9 de enero recogía, en la Gipsoteca di Arte Antica dell’Università di Pisa, su muestra fotográfica Goodbye Sweet Home y la metía en una furgoneta. De ahí la faena de atenderme y de recoger sus fotografías a tiempo.

Michele Pero inicia la conversación apenas saludarnos, cuando todavía no nos hemos sentado.

—Tu stai già registrando?

—Sí.

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Este perfil se publicó en Negratinta el 28 de julio de 2016. El texto completo se encuentra aquí.