Mi mente, sentada en el sofá, devora continentes y recorre países. Se imagina Estambul, muy brillante, e Irán, extenso. Incluso de ella ha nacido la idea de unirlos a pie. Pero esa América, la más latina, tan capaz de comprender el sentido de una coma, un punto y una metáfora, me llama al ritmo de cumbias, rancheras y samba. Hay, sin embargo, un Atlántico que nos separa y que me bebería con tal de pisar ese sur, tan norte como el de arriba.
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La ruta de Lu en la “Rosa del Norte”
La provincia de Chiang Mai, al noroeste de Tailandia, combina urbe y naturaleza en una superficie de 20.000 km2. En Chiang Mai, ciudad situada a unos 700 km de Bangkok, los templos envueltos en pan de oro veneran a variopintas figuras de buda. Wat Phra Singh, Wat Chiang Man y Wat Doi Suthep son algunos ejemplos de esos santuarios, siendo el último uno de los más concurridos al conocerse como Templo de Montaña y, también, dado a los innumerables escalones que sus visitantes deben subir para acceder a él.
A pesar de la importancia que tienen las construcciones religiosas en Tailandia, “la Rosa del Norte” o Chiang Mai, aboga por conceder más quilómetros cuadrados a la naturaleza. En ellos se concentran la mayoría de actividades lúdicas que la provincia ofrece a viajeros, turistas, viajantes, expedicionarios y, si se quiere, a los mismos locales.
Swat nació en el sur de Vietnam. Tiene 26 años y desde los 18 es monje budista. Practica el budismo desde que era pequeño, pero dedica su vida a la meditación y a la vida en el templo desde hace 8 años. Recibe a la expedición Tahina-Can en el templo Wat Sri Suphan. Le acompaña el novicio Thu, también originario del Vietnam. Visten de forma distinta para distinguir el rango religioso de cada uno de ellos. Swat lleva una túnica marrón. La de Thu es de color naranja. Ambos van descalzos y tienen la cabeza rapada. Se mueven de forma ágil y pausada. No alzan la voz. El escucharlos se convierte en tarea difícil y todos los expedicionarios, colocados en forma circular, se incorporan para aguzar el oído.