Kershaw, Alex (2010): Sangre y champán. La vida y la época de Robert Capa. Barcelona. Debolsillo.

Kershaw, Alex (2010): Sangre y champán. La vida y la época de Robert Capa. Barcelona. Debolsillo.

  • Título: Sangre y champán. La vida y la época de Robert Capa
  • Autor: Alex Kershaw
  • Editorial: Debolsillo
  • Fecha: 2010
  • Lugar: Barcelona

Entre las grandes obras literarias de Alex Kershaw nos encontramos con novelas que permiten recrearnos en la atmósfera de la Segunda Guerra Mundial y biografías que nos desvelan la vida de eruditos personajes del pasado.

Una de las biografías de Kershaw que más resuenan en la actualidad es Sangre y champán – La vida y la época de Robert Capa. En este viaje al pasado, el autor consigue admirablemente trasladarnos en tiempo y espacio hacia una época donde el buen material noticioso era de mucho más valor en comparación al de nuestros tiempos, debido a la carencia de recursos tecnológicos a los que, actualmente, accedemos con frecuencia y facilidad.

De ahí que esos individuos que conseguían reflejar el transcurso de nuestra historia universal en una fotografía o en un escrito alcanzaran niveles de profesionalidad altísimos gracias a los cuales llegaban a ser reconocidos mundialmente. Este es el caso de Robert Capa y el que Kershaw ha tenido el honor de relatar.

La obra del periodista inglés se estructura en veintitrés capítulos que muestran el desarrollo de la vida del fotógrafo, desde el nacimiento de André Friedman hasta la muerte del mismo (pero con otro nombre) Robert Capa, con un respeto y admiración por parte del autor que el lector percibe página tras página. Los detalles de la aventurera vida del hombre que se inventó así mismo se van renovando a medida que se avanza en la lectura del libro, y esto es gracias a la extensa bibliografía en la que se ha apoyado el autor, que incluye desde libros y revistas de historia hasta entrevistas con los mismos compañeros del protagonista.

Partes de estas entrevistas en primera persona las encontramos en el momento justo entre la contextualización de la vida de Capa. Ello permite al lector que pueda adentrarse en los secretos más íntimos del fotógrafo, secretos que sólo los más allegados a él pueden exteriorizar. De ahí que la cota periodística de este ejemplar nos deje atónitos y haga de él una obra única.

No sólo son estos relatos en primera persona de los compañeros y amigos de Capa los que nos proporcionan una amplia y atrayente información, sino que son también los pies de página los que nos suministran detalles del contexto histórico o profundizan en una anécdota interesante que según el escritor merece la pena conocer.

Por si fueran pocos los detalles que el autor aporta de los personajes mediante una fabulosa descripción que concierna distintos elementos, ya sean físicos, ambientales o sociales, podemos ponerle cara y cuerpo a cada uno de ellos gracias a las imágenes en blanco y negro del interior de la obra.

Estas fotografías nos muestran a un Robert Capa rodeado de sus compañeros y situado en alguno de los diferentes países que ha visitado a lo largo de su vida. Sin embargo, la obra no nos ilustra con parte del trabajo más destacable del fotógrafo y que es mencionado en el libro, hecho que personalmente considero un fallo grave y que, en el caso de que se pudiera acceder a su visualización, supondría una fuente de información de vital importancia para cualquier persona que se preste a leer la obra.
A pesar de ello, la vida del fotógrafo está relatada minuciosamente. Robert Capa nace como André Friedman en Budapest, en el año 1913. Es un fotógrafo y corresponsal de guerra que vio su exilio de Hungría necesario en 1931, al estar éste vinculado a grupos de tendencia de izquierdas.

No sabiendo que sería el aparato con el que conseguiría un renombre mundial, André cogió una cámara por primera vez como un aficionado y para hacer de ello una mínima fuente de ingresos trabajando como asistente fotográfico de Dephot.
Es en 1936 cuando su compañera Gerda Taro y él se inventaron la figura de Robert Capa y cuando el hecho de dedicarse a la fotografía era una opción a considerar ya que se le presentaba mucho más factible. De profesión periodista y de origen estadounidense, bajo este seudónimo dio a conocer sus primeros trabajos que alcanzaron precios descomunales. Aun siendo descubierto al pasar unos años, el corresponsal decidió apropiarse de ese nombre durante toda su vida y trayectoria profesional.

Gerda Taro se convirtió en el amor de su vida y Robert Capa nunca logró superar su muerte. De ahí que nunca llegara a contraer matrimonio con ninguna de las mujeres que conocería a lo largo de su vida, Ingrid Bergman y Pinky, entre otras.
El corresponsal alcanza un prestigio y renombre internacional sobre todo con sus reportajes fotográficos de la Guerra Civil Española y de la Segunda Guerra Mundial. Trabaja durante muchos años para la revista Life, agencia de comunicación que tuvo el privilegio de plasmar las situaciones bélicas más cercanas a la guerra a los ojos del húngaro, con episodios como los bombardeos japoneses sobre China, la lucha en el norte de África, el desembarco de Normandía, la guerra en Nápoles, los combates en Palestina y la batalla del Ebro. Es de este último episodio en el que obtiene una de las fotografías que alcanza más fama mundial en toda su carrera y por la que se le reconoce: Muerte de un miliciano.

Capa también fotografió los rostros más entristecidos de la guerra. Al hacerlo se convirtió en el primer fotógrafo que llevó los horrores de la guerra a los hogares de los lectores de toda Europa y de otros continentes.

A la llegada del 1947, junto a compañeros como Henri Cartier-Bresson, George Rodger, Vandiver y David Seymour, funda la agencia Magnum, la primera agencia cooperativa de fotógrafos independientes hartos de presenciar la manipulación de sus fotografías a través de los pies de página que colocaba la agencia a la que pertenecían.

La creación de Magnum, si Robert Capa no hubiera sido un gran aficionado al póquer, a las apuestas en las carreras de caballos y a las mujeres, hubiera supuesto un gran respaldo económico, porque era un proyecto innovador que reunió a muchos profesionales que querían despojarse de su anterior situación laboral y emprender un camino nuevo vinculado al éxito del cambio y a ideas emprendedoras.

A pesar del cambio en la mentalidad que Robert Capa estaba sufriendo en lo que arriesgar su vida en una guerra se refiere, y a su ya adulta edad, decidió en 1954 cubrir la guerra de Indochina que luchaba por independizarse de Francia. Fue en este año en el que Robert Capa murió, tras pisar una mina, dando fin a una trayectoria profesional excelente y a un ser humano de valor y coraje incomparables.

El legado que nos deja este corresponsal consiste en la más pura forma de un periodismo gráfico cuyo objetivo primordial se basa en reflejar la tensión y el horror de la guerra desde una cercanía que sólo un soldado de la misma batalla podía presenciar. Un periodismo cuyo primordial propósito no era conseguir una imagen de técnica o calidad insuperables, sino más bien captar la autenticidad y veracidad del momento bélico, hecho que Robert Capa conseguía y le situaba en una posición de profesionalidad que pocos podían alcanzar.

Además también cabe recordar al fotógrafo por el hecho de ser el impulsor del periodismo de Magnum. Robert Capa sostenía con elocuencia que los fotógrafos independientes debían exigir ciertas medidas de protección a las corporaciones que los explotaban y que, a su vez, los fotógrafos debían controlar todo lo posible el contenido de su obra y obtener el copyright de sus fotografías, que podían tener mucho valor en el futuro.

En definitiva, con la obra biográfica de Robert Capa, Alex Kershaw nos otorga la capacidad de apartar por unas páginas una vida rutinaria y controlada al límite de nuestra época para sentir el ímpetu de la vida en toda su pureza así como las intensas ganas de vivir del protagonista. Con vidas como Robert Capa y con escritores como Alex Kershaw tenemos a nuestro alcance una fusión sublime de vivacidad, historia, profesionalidad y riqueza.

Finalmente, tal y como dijo el compañero del fotógrafo, Bill Graffis: “Robert Capa siempre fue una perfecta demostración de valor”.